Manuel Moraleja Obispo ofrecía el pasado 18 de septiembre a todos los conquenses y visitantes un emotivo Pregón de las Fiestas de San Mateo hecho desde el corazón.
Buenos días.
Con permiso del Sr. Alcalde:
Autoridades civiles, eclesiásticas y militares. Peñas, peñistas, conquenses y visitantes: ¡ha llegado San Mateo!
Con responsabilidad e inquietud, me asomo a este balcón centenario de la Casa Consistorial, desde donde se observa nuestro majestuoso casco histórico, declarado en su día por la UNESCO, Patrimonio de la Humanidad, para la difícil tarea que hoy se me ha encomendado: ni más ni menos que pregonar las fiestas de San Mateo. A mí, que no soy escritor, ni político, ni poeta; solo un mateo de corazón.
Quién me iba a decir, cuando con unos pocos años me vine a vivir aquí, desde Villalba del Rey, pueblo de la alcarria conquense donde nací, que en este año de 2011, en el que se van a cumplir 834 años de la Reconquista de nuestra Ciudad por el joven rey castellano llamado Alfonso VIII, iba a verme en este balcón para echaros el pregón.
Permitidme que, al igual que nuestro Rey se encomendó a la Virgen del Sagrario para recuperar nuestra Ciudad, yo lo haga a nuestras Patronas, de las Angustias y de la Luz, para que me ayuden en este trance que se me presenta por delante.
Pocos han sido los años que he faltado a esta fiesta septembrina de “la vaquilla”, declarada de interés turístico regional, en el año 2001.
Es a partir del año 1978, según nos cuenta el entrañable “Dorito”, en su libro “La vaquilla y San Mateo”, cuando por primera vez, con la peña “Pelusa”, se inicia un nuevo acontecimiento que incrementó el interés por la fiesta: el desfile inaugural.
Al año siguiente se suman al desfile las peñas: Botes, Marisol y Corinto (del recordado Herminio). En ese año se crean las bases por las que debían regirse las peñas, entre la Caja de Ahorros de Cuenca, representada por Fernando Herraez y la Concejalía de Festejos, encabezada por Jesús Mateo.
Peñas estas agrupadas bajo la presidencia primero de José Luis Lucas Aledón, gran poeta, escritor y amante de todo lo que tiene aroma conquense, y en segundo lugar por mi buen amigo Lorenzo Carretero y Almagro (por parte de madre), con quien comparto tertulia y vino, por las tardes en el Calderón y los domingos de mañana en los Arcos o el Mangana.
Yo, con sana envidia, las veía desfilar, acompañado de mi buen amigo Carlos Mena, “el carpintero”, y venían a mi mente recuerdos de La peña, “El Macareno”, la primera que existió en mi pueblo y de la que yo fui socio fundador.
Apostados en los arcos, esperábamos que soltaran la primera vaca. De repente, sin darnos tiempo a reaccionar, la vaca pasó a escasos metros de mí. Puedo asegurar que sí en tiempos de mili se decía que el valor se le supone al soldado, a mí se me supone más bien poco. Después de unos instantes de miedo, nos íbamos a refrescar por el mal rato que nos había hecho pasar, la de los pitones.Creo que no soy corredor de vacas, más bien corredor de bares y tascas.
En el año 91, siendo José Luís Chamón concejal de festejos, fue cuando las peñas iniciaron su eclosión, que llega hasta las 50 que hoy han desfilado. En ese año de 1991 por primera vez desfiló la peña a la que me digno representar aquí, “Los Atávicos”. Fundada por mi amigo y confidente, en los difíciles momentos que me tocó vivir entonces; Eulalio López.
De la mano de Antonio de Conca, profesor de la palabra y de la vaca y de Armando Martorel, alma de los “Enemigos del Agua” y pregonero que fue, se puso en marcha en 1998 la “Asociación de Peñas Mateas”, que tuve el honor de presidir, entre los años 2004 a 2007, siendo sustituido en el cargo por nuestra actual Presidenta, la guapa Maribel, mi gran valedora y amiga.
Once de la mañana, de hoy 18 de septiembre de 2011, las peñas reunidas, en las escuelas Aguirre, este año en jornada matinal, porque así se decidió en la comisión y en la junta general; dispuestas a iniciar el desfile que da comienzo a las fiestas de San Mateo.
Al frente los maromeros, alma de la fiesta, artistas de la maroma y de la vaca, que con gran sapiencia, arte y valentía la dominan. Tras ellos, las peñas, que poco a poco van llenando carretería de alegría, bullicio y colorido; música de charangas, pitos y canciones.
Peñas entre las que quiero mencionar a las que por primera vez lo han hecho este año: “Acascoporro”, “Alfonso VIII se vaca-brear”, “los mas i2”, “Vacanal”, “Museo del Jamón”, “vacabar mal” y “la vaca pa ti”.
Tras un alegre y festivo desfile ya están todas en la plaza, desde donde se escucha el cántico que se oirá en estos días con más fuerza:
SAN MATEO, SAN MATEO, OÉ, OÉ, OÉ. …
En los Arcos de la Plaza, la banda municipal, dirigida por el maestro Aguilar, ya está lista para deleitarnos con los sones de los pasodobles dedicados a ilustres toreros conquenses: “El Estudiante”, “El Curi”, “Dorito” y “Curro Fuentes”; y otros de reciente creación, como “Ojo de perdiz”, del propio Aguilar, dedicado a Rafael Torres “El chori” y el de “Peñas Mateas” de Óscar Contreras.
Son las cinco de la tarde, hora taurina, hora esperada, las vacas en las cuadras preparadas, vacas traídas de Valtablao, las de Juan Vicente Mora y las de Curro Fuentes de Mariana. Negras, bragadas, coloradas, meanas y listonas. De grandes cabezas, con casta, cuajo y trapío, y de astifinos pitones, como dijo el concejal.
En el puesto de socorro, todo dispuesto con D. Amador al frente, maestro del bisturí, mejor cirujano taurino de todo el mundo; acompañado por su bella hija Elsa, atenta por si tiene que hacerle un quite, y los voluntarios de la Cruz Roja.
Con un golpe del bombo, suena el claro son de trompeta que anuncia el comienzo. Julito, con la maestría que habitualmente le caracteriza, lanza el “cobete” desde el balcón del Ayuntamiento. Mientras sube veloz hacía el cielo, viene a mi mente el recuerdo emocionado de Manuel Hortelano (Manolillo), de la Peña Patrimonio, que recientemente nos ha dejado. De igual modo, tengo presente, en este momento, a mi buen amigo Alfonso Martínez (Cuqui), miembro de mi peña desde su fundación, que desde hace unos años tampoco está entre nosotros.
La primera vaca está a punto de salir, el murmullo se escucha en la plaza, los nervios a flor de piel, corredores avezados y valientes, como los hermanos Martínez Domingo, la esperan en la estrecha calle del Clavel. Sale veloz. Los más “osados” entre los que me encuentro, ya están en la ante plaza. Al aparecer por Obispo Valero, la vaca quiere hacer una reverencia a la estatua ecuestre de nuestro rey. Pasa por la fuente de los canónigos, llega a la plaza; hace presa de un mozo que, sin poder remediarlo, cae de bruces al pilón; y a la vaca entonces se le canta su canción:
-LA VACA, LA VACA, LA VACA ES COJONUDA, COMO LA VACA NO HAY NINGUNA.
Avanza al trote, plaza abajo, limpiando la calzada de mozos. Pasa por delante del “botijo”, el “coto” y el “mangana”, cruza los arcos, enfila veloz carrera por Alfonso VIII, hasta Zapaterías.
En la plaza, Herminio y sus tirurainas, desafiando al miedo, cantan la jota, cuyo estribillo con ellos tantas veces he cantado:
“Que viene la vaca, que viene.
cuidado, que viene la vaca,
vaquillas las de San Mateo,
corriéndolas van por la plaza..”
De repente, un revuelo, la vaca vuelve de nuevo; a un mozo que se ha despistado, la vaca le ha dado un revolcón que le ha roto por el culo el pantalón. La gente a su alrededor le entona, entre risas:
-SI TE HA PILLAO LA VACA, JÓDETE, JÓDETE…,SI TE A PILLAO LA VACA TE VUELVES A JODER…..
La vaca se dirige hacia las escaleras de la Catedral, mira hacia la calle San Pedro. Allí, el bar Dulcinea, donde, Charo la Dulcinea de la Melgosa y Jesús, el Quijote del Toboso, celebran el cincuenta aniversario de su establecimiento.
Momento importante de la fiesta. El traslado del Pendón, y su posterior devolución. La Corporación Municipal, con el Sr. Alcalde al frente, seguida de la Directiva de la Asociación de Peñas Mateas, maromeros, peñas y Banda Municipal, se dirigen a la Catedral, donde el Deán Catedralicio le hará entrega del Pendón de Alfonso VIII a Manuel Martínez, el concejal más joven de la nueva Corporación, quien según costumbre, lo devolverá mañana, día de San Mateo, en la misa mayor.
Antes de terminar, este pregonero unas moralejas, en honor a su apellido, os quiere echar:
- Si vas pasado de tueste, mejor será que te acuestes.
- No te quieras beber todo el primer día, deja algo para los demás, si no la fiesta pronto terminaría.
- Bebe con tiento y tino, para no hacer ningún desatino.
- Déjate de discusiones y de riñas y disfruta de la fiesta hecho una piña.
- No orines en rincones, ni en esquinas, pues te pueden echar la bronca las vecinas.
- La vaca no es cosa de broma, aunque la lleven con maroma.
Y al Sr. Alcalde, un ruego, aunque es tiempo de estrecheces y penurias, y que por fin han desaparecido los magnolios de la plaza, si es posible, vuelvan los arbolillos, para hacerle buenos quiebros a la vaca. Y llegado hasta aquí, como mi padre me dijo que de bien nacidos es ser agradecidos:
Gracias sean dadas al Alcalde, a su Concejo, a la concejala de Festejos, a la presidenta de la Asociación de Peñas Mateas, por en mí haber pensado, para este pregón haber echado.
Mateos, mateas, peñistas, conquenses y foráneos, esperando contar con vuestra benevolencia al ser juzgado, termina este humilde pregonero su pregón, que lo ha hecho con el corazón y se despide con los vivas de rigor:
¡VIVA CUENCA!
¡VIVA ALFONSO VIII!
¡VIVA SAN MATEO!
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